.......para pasar por una vereda cubierta de árboles y de flores silvestres, se necesita pedir permiso al viento y al señor sapo, uno enorme y sabio, verdoso, siempre atento a las moscas que vuelan desprevenidas. Los pasos son uniformes, bestialmente enormes, silenciosos que cruzan presurosos hacia el lado del arroyo cristalino, es imperativo llegar al otro lado, pues la biblioteca queda definida entre el bosque de gravileas y la vereda en cuestión. Un susurro de chiquirines alegra el ambiente caluroso de comienzos del invierno aquel. Corro, esperando ver pronto la portada de entrada, que me llevará a ese recinto pintado de amarillo hueso, y en el que espero encontrar el libro valioso que necesito, el silencio de este recinto de paz me tranquiliza, sin esperar pido lo que busco, una mirada con anteojos me observa extrañada, es la señorita bibliotecaria, seria, que sin sonreír atrapa las palabras sin comentar siquiera un saludo, otra mosca zumba a gran velocidad por nuestras cabezas, siendo el único sonido hasta el momento percibido, espero impaciente, el ir y venir de Zulma, así dice en la placa sobre el uniforme blanco de bibliotecaria. Unos zanates penetran por el pasillo, buscando arañas en las paredes, y que se ocultan por doquier en los pequeños agujeros y rendijas, escucho los pasos de Zulma y justo entre sus manos veo aquel libro, con tapas amarillas y un dibujo en relieve de un enano rabioso con gorro rojo, Lo tomo y me siento a leerlo con gran entusiasmo y curiosidad, he decidido leerlo todo, el enano parece sonreirme maliciosamente desde esa tapa amarilla, el libro huele a un perfume como de violetas, dentro las encuentro petrificadas como "marcador de libros", extrañado veo que alguien ha estado leyéndolo, por sus páginas siento las huellas de las manos de alguien, respiro las violetas y me imagino al lector misterioso, cierro el libro, lo devuelvo, salgo por la vereda y corro desafiando al viento y al sapo que sonriente se despide...............Ch
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